lunes, 10 de noviembre de 2014

Durante toda mi vida -estos escasos 18 años- me había considerado una persona más madura de lo que igual correspondía a mi edad, tal vez por las circunstancias o por las trabas que te pone la vida, no lo sé, la cosa es que siempre había pensado así, hasta ahora. Este año me he topado con una -o varias- personas que me daban y me dan mil vueltas en madurez, y me he dado cuenta de que no soy ni la mitad de lo que creía ser. Soy inmadura, porque no se afrontar ciertos baches, porque me hundo a la mínima, porque quiero tirar la toalla continuamente. 
También me consideraba una persona segura y ahora resulta que ni eso. Soy la inseguridad hecha persona. Nunca me ha dado miedo la soledad, es más, me he pasado mucho años prácticamente sola, he sido de poco amigos pero los pocos que habían eran de verdad. Sigue sin darme miedo la soledad, al contrario, me gusta. Pero me da miedo perder esto que tengo. Este pequeño caos que ha sido un suspiro de orden en mi vida. Y tan grande es mi miedo que no hago más que estropearlo, una detrás de otra. No aprendo. Así soy yo, porque no lo he dicho pero también soy cabezona a más no poder. Y esto es así porque yo digo que es así aunque la noche de ese mismo día me la pase con un sofoco de un par de narices. Pero bueno, a base de tropiezos se hace el camino.
Lo que quiero decir es que no soy nada de lo que creía ser hasta ahora. No me conozco. Y es hora de aprender...

No hay comentarios:

Publicar un comentario